En el día de mi despedida, nada debe ser dicho.
Pues más allá del dolor, entonces nada se anhela.
No quiero que ordenen mi pelo,
que nadie cierre mis ojos.
De mi vida nada quiero que cambien,
no consintáis ninguna mentira,
de muchas farsas fui actor,
dejad que mi muerte sea cierta.
No roguéis por mi alma,
no habléis más conmigo.
Mi faz será roca,
mi expresión, dura y terca.
Sólo un pensamiento,
mi último deseo.
Quien quiera oír, que escuche,
y para escuchar lea:
"Aquí no llegan tus palabras,
es ya tarde para tu pena."
(reeditado, antes como Pablo Honey, ahora como Francisco Etxailarena )